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Un recorrido por la historia del ajedrez de Rosario, en particular, y de Argentina, en general
2017 |
2019 |
El 15 de noviembre de 1967 La Capital de Rosario editó una publicación celebrando los cien años del periódico. He aquí cómo resumía lo acontecido en nuestro juego:
Largo y prestigioso es el historial del ajedrez rosarino, que dio y sigue aportando grandes figuras a este juego ciencia en el orden nacional e internacional. Pero puede decirse, sin lugar a dudas, que su encumbramiento definitivo data de 1924, a raíz de las enseñanzas que dejó la visita del notable maestro checoslovaco Ricardo Reti, quien dictó en el Club Gimnasia y Esgrima varias clases, ilustrando sobre los conceptos modernos en que fundaba su técnica.
La visita de otros maestros del tablero produjo también su aporte magnífico. En 1926 el doctor Alejandro Alekhine dio una muestra de su excepcional calidad jugando tres partidas simultáneas contra reloj, además de 34 comunes. Cinco años más tarde fue el doctor Tartakower quien sostuvo partidas individuales y mostró su versación en conferencias que provocaron notable interés en el ambiente local.
En 1930 se jugó un match telegráfico entre el Club Gimnasia y Esgrima y el Chess and Checkers Club, de Los Ángeles (EE. UU.). Este encuentro logró extraordinaria repercusión, constituyendo una verdadera hazaña mundial para su época. La intercomunicación a tan larga distancia fue establecida por el aficionado doctor Adolfo Elías. Posteriormente se jugaron encuentros similares con Lima y Montevideo.
Tras una nueva visita del doctor Alekhine, en 1939 se jugó un torneo internacional que contó con la intervención de conocidos maestros que habían actuado en el mundial de Buenos Aires. Ganó el letón Vladimir Petrov, seguido por Eliskases, de Alemania, y Mikenas, de Lituania. Rosario estuvo representada por José María Cristiá, Oscar y Romeo García Vera, Juan A. Vinuesa y Oreste Giustina, todos los cuales dejaron perdurable recuerdo en nuestro medio.
La serie de confrontaciones internacionales continuó con la visita del sueco Gedeón Stahlberg, quien durante un torneo organizado por N. Old Boys debió inclinar su rey ante José M. Cristiá y Juan A. Vinuesa. Precisamente este jugador se impuso en otro torneo en el que participó la notable jugadora alemana Sonia Graf.
En 1943, el polaco actualmente naturalizado argentino Miguel Najdorf ganó un concurso internacional jugado en Rosario y ese mismo año en el local del Círculo de Obreros sostuvo una sesión a ciegas contra 40 tableros, obteniendo un record mundial, ya que el anterior era de 34 partidas. Luego de jugar 17 horas 35 minutos consecutivamente, ganó 36 partidas, hizo tablas en una y perdió tres.
Luego de actuaciones y conferencias del doctor Max Euwe, campeón de Holanda, y del campeón español Arturo Medina, en 1949 se jugó un nuevo certamen internacional que ganó Paul Michel, resultando segundos con igual cantidad de puntos Miguel Czerniak y los rosarinos Oscar y Romeo García Vera, constituyendo una de las más destacadas perfomances de jugadores locales en torneos de esta clase, sobre todo si se tiene en cuenta que el campeón español Arturo Pomar finalizó quinto.
En 1950, el Club Rosarino de Ajedrez organizó un gran torneo que fue ganado por el maestro internacional Miguel Czerniak, y cuatro años después realizaron exhibiciones los soviéticos Paul Keres y A. Tolush. El primero retornó en 1957 acompañado por Alexandr Kotov, en tanto que en 1955 actuaron el yugoslavo Gligoric y el húngaro Szabó, cerrándose ese notable desfile de grandes exponentes del ajedrez mundial con la visita que en 1960 realizó el islandés Fridrik Ólafsson.
En las páginas 37 y 39 del librito que registra el "V Torneo de Ajedrez por Equipos "Playas de General Madariaga" - Villa Gessell Marzo 1970" aparece una entrevista titulada Media hora con Najdorf, donde el maestro hace referencia a su dominio del castellano escrito:
"Siempre hay una jugada". La optimista frase del insigne Tartakower, el descubridor de Najdorf, debe extenderse a las cosas de la vida humana, lejos y por encima del aspecto deportivo, y es muy aplicable al maestro argentino. Ahora se le visita en su oficina de la calle Lavalle. Como es su costumbre, Miguel Mendel Najdorf [sic] habla a torrentes, gesticula y hace ademanes, cambia los temas, cita hechos de aquí o de allá, de la semana anterior o de cuatro décadas atrás, mientras enseña fotos de hoy o fotos legendarias ya, y sonríe evocando episodios, viajes, hombres, partidas, torneos. No entra en tema alguno y aborda todos los temas. Muestra la invitación cablegráfica de Singapur o la confirmación que desde Australia le han mandado para que intervenga en el torneo de diciembre. Dice de pronto que no sabe escribir en español, formulando declaraciones que, por otra parte, se le han empezado a registrar un poco in mente y otro poco mediante signos taquigráficos. Así es él, este muchacho de sesenta años quien, como Napoleón guarda mil asuntos en la cabeza pero que se apasiona intensamente por uno solo durante un minuto hasta superarlo.
Por fin se logra meterlo en vereda y aplacar su euforia. Sabemos de su drama, cuando hace veintiocho años, ya estando él en Argentina, los nazis exterminaron en Polonia a sus padres, a su mujer, hijos, hermanos. Hubo de rehacer su vida en nuestra patria, cuya ciudadanía adoptó. Fundó el hogar nuevo, y hoy tiene a una hija inminente médica y a otra que escribe versos que no le muestra al progenitor. En veinte países viene jugando durante treinta años más de cincuenta torneos como representante de Argentina, y diez o doce maestros o grandes maestros han sido alumnos de él. Pero como no puede con su volcán interior, interrumpe el proceso de la entrevista con su definición sobre Bobby Fischer, para Najdorf "el mayor ejecutante de todas las épocas. Es un genio -prosigue- como Beethoven, como Goya; no lo sabe todo por completo, pero en la partida viva lo entiende más que nadie. No se ajusta al canon académico, aunque es el intuitivo sin par. No exhibe una perfección en detalles, pero resulta en el conjunto el mejor, el más dotado sin excesivos estudios o teorías. Y en ocasiones es un loco, como son los genios, hasta maleducado que olvida las formas". De pronto Najdorf olvida al yanqui y salta a otros terrenos: la andanza, sus anécdotas, los recuerdos de geografías y lustros, los torneos, los públicos. "¿Me estás haciendo una entrevista -vuelve a interrumpirse a sí mismo-? Porque, ¿cómo vas a poder escribirla? Reinicia el torrente citando su match con Tal (2:2) afirmando que el soviético "es el mayor jugador de ataque en la historia del juego. En la primera partida, que gané por un milímetro -continúa Najdorf- llegó un momento crucial: ¡Tal se estaba defendiendo y yo me confundí un tanto, esperando el zarpazo fulminante de un contraataque!"
A la media hora está más calmado, no del todo. Garabatea en su retrato la dedicatoria a Tiberio y torna al leitmotiv favorito en él: comparar la partida de ajedrez al curso de la existencia del hombre. Y dice sentenciosamente:
-Tú sabes lo que pasó en Polonia, y que recién supe aquí en 1946. Había perdido todo, familia, amigos, bienes. Como a veces en el ajedrez, era preferible abandonar, partir, morir. Quedaba sólo la chance de la propia vida, cerré los ojos y adopté esa chance...
Aborda en seguida un tópico, otra anécdota: hace un tiempo, estando en Moscú o en Viena, lo invitan desde Londres: una conferencia en inglés, simultáneas a ciegas y treinta simultáneas corrientes. A los tres días ha dado la conferencia. A la mañana siguiente lo telefonean al hotel preguntando si no tiene inconveniente en anular las sesiones de simultáneas y reemplazarlas por dos conferencias más. Ha gustado mucho y el auditorio quedó encantado de cuanto dijo en un inglés con mezcla de alemán, polaco, ruso y español. "Ya ves -acota-, a los británicos les gusta más escucharme que jugarme".
Najdorf acaba de cumplir los sesenta. La Federación Argentina le hizo objeto de un emotivo homenaje el Nogaró. Su presidente Guimard ofreció un pergamino y pronunció un bello discurso. Al agradecer, Najdorf expresó su reconocimiento, a la Argentina, donde ha transcurrido la mitad de su fecunda y azarosa vida. Dijo que le resulta más fácil jugar un torneo que pronunciar dos palabras, pero se le entendió: es tan buen jugador como expositor, pues él dice cosas, no tan sólo las habla como tantos otros. Y da la casualidad de que siempre él tiene mucho que decir, mucho de su vida, tan similar a una partida sobre el tablero y frente a un adversario: primero el hombre inquieto siempre, ávido como Fausto; después, el gran maestro que gana o que pierde: cuando gana, enriquece a otros; cuando pierde, se enriquece él mismo.
Conferencia dada por Oscar García Vera en el Círculo Italiano de Santa Fe, el 8 de enero de 1952, con motivo de celebrarse la Semana de Capablanca:
He elegido esta partida por varios motivos. Fue producida en nuestro país, durante la primera visita de Capablanca, el año 1911. Y lo fue ante el más auténtico maestro argentino de los tiempos del Centenario: Benito H. Villegas, cuyo recuerdo perpetúa esta institución. Esta partida, asimismo, y con gran sorpresa, ni figura en las colecciones de Gelabert, Stahlberg, Golombek y Reinfeld. Por tal motivo se la envié al fidelísimo secretario que tuvo el inmortal Capablanca, mi amigo residente en La Habana, Dr. Evelio Bermúdez. Y por fin, coronando las consideraciones, esta partida fue, según dijo "La Nación" de esos días, "la más brillante de las que Capablanca jugó en su primera visita a Buenos Aires". Se trata de una partida magistral, característica de Capablanca, y donde las críticas que pueden hacerse a Villegas pueden imputarse a los conceptos ortodoxos de la escuela de Tarrasch que Teichmann trajo a Buenos Aires en 1905. La partida es conducida por Capablanca con precisa línea posicional y sellada con un remate con delicada expresión artística. Partida individual, jugada en el Club Argentino de Ajedrez, el viernes 2 de junio de 1911.
Peón dama
Blancas: J. R. Capablanca
Negras: B. H. Villegas1 P4D P4D; 2 P3R C3AR; 3 A3D P3R; 4 C2D P4A; 5 CR3A... En una partida jugada con Rolando Illa, el cubano que fue campeón argentino, Capablanca jugó aquí 5 P3AD y luego P4AR, planteando el sistema Stonewall. En la partida actual Capablanca sigue la línea antigua, favorita de Zukertort allá por el año 1880.
Algo más de una década posterior, Pillsbury influyó en el planteo del peón dama, ofreciendo el gambito y saliendo con su AD a 5C.
5...C3A; 6 O-O A2D; 7 P3CD T1A; 8 P3TD PxP; 9 PxP A3D; 10 P4A O-O; 11 P5A...
El citado plan de Zukertort: el blanco avanza gradualmente sus peones en el flanco de dama, y tratará de frenar el contraataque por el ala opuesta.
11...A1C; 12 A2C...
Si observamos la posición, llama la atención lo difícil que es para el negro obtener algún contraataque efectivo. Sin embargo, su planteo ha sido efectuado siguiendo la sólida escuela moderna. Uno de los aspectos de lucha de esta escuela que desarrolló Steinitz era la estrategia expectante: esperar sólidamente atrincherado.
Capablanca desarrolló en contra de esto su doctrina estratégica de la iniciativa, que ahora tendremos ocasión de presenciar.
12...P3CR; 13 P4CD C4TR; 14 T1R D3A; 15 P5C C2R; 16 P4TD C5A; 17 A1AR P4C; 18 C5R...
Antes de continuar su avance, el blanco debe tomar las adecuadas medidas defensivas en su ala de rey.
18...AxC; 19 TxA CR3C.
Jugar aquí el otro caballo dejaría a éste en peligro.
20 T1R C4A; 21 C3A P3TR; 22 C5R TR1D; 23 CxC PxC.
Si ...DxC; 24 A3D con fuertes amenazas de P4C y D3A o D2A, según convenga. Aunque no compensa su debilidad, ahora Villegas cuenta con una columna ofensiva para sus torres. Y maniobrando consecuentemente, cada bando por su lado, se establece el fundamento lógico del brillante final que se produjo. Así debe ser una obra maestra: verdad y belleza.
24 D2D T1A; 25 P5T T2AR; 26 P6T PxP; 27 TxP T1C; 28 T5T A1R; 29 TR1T T(1)2C; 30 A3A...
Ya estamos en el momento crítico. El blanco puede mover D2D o P5A, etc. El negro, en cambio, no tiene movidas satisfactorias y sigue su plan a la espera de algún golpe táctico salvador.
30...P5C; 31 P6A T(2C)2A; 32 D4A P4T; 33 A3D D1D; 34 A4C...
El PTD puede ser atacado con A5A y este alfil puede ir a 6D, si se aleha el caballo defensor.
34...C5T; 35 D5R... Amenazando A6D. 35...T6A.
Esta es la esperanza de Villegas: la torre, de ser tomada, trae la ganancia de la dama. Asimismo, TD puede ir a 3AR, abandonando a su suerte el PTD, para jugarse el todo por el todo, contra el rey del blanco. Pero estos son cálculos optimistas, cuando ya es tarde. El juego certero de Capablanca no permitía una base sólida para ello, y así lo demuestra brillantemente. Villegas realizó su propósito en cuanto a ganar la dama. Ahora que, eso del rey, es harina de otro costal.
36 TxP TxT; 37 TxT A2A; 38 P7A D1AD; 39 PxT!! CxP; 40 R2C CxD; 41 PxC A1R; 42 P6C, y las negras abandonaron.
Como sucede con las famosas obras maestras, estamos frente a la "difícil sencillez", lo que llama fácilmente a engaño. En realidad, Villegas ha caído con todos los honores, como cayeron sólidas posiciones de los más grandes maestros de ajedrez ante Capablanca. Y los amantes del ajedrez, como los de las artes y las ciencias, gustarán eternamente de sus inmortales partidas, como dijo Marshall hace ya diez años.
Fuente: diario El Litoral, 8 de enero de 1952, p. 5.
"Finalizada su exposición, le fue otorgada al Sr. García Vera una plaqueta de plata, que con este fin había donado el Sr. Raúl Caspani". (El Ajedrez Argentino, febrero 1952, p. 53)
Guillermo Bosch nos envía la siguiente fotografía, que permite reconocer a los principales jugadores rosarinos de mitad del siglo XX:
De pie: Emilio Desinano, José Alzueta, Manuel Paquez, Francisco De Munno (sobre una silla), Arturo Peláez, Manuel López de Calatayud, José Luis Marín, Oscar Bello, Thales Pérez Hernández, Fernando Demeglio, Guillermo Bosch, Jorge Canut, Ricardo Garrido y Fernando Pesenti.
Sentados: E. Ferreyra, Eugenio Professione, José Zgarbik, Rubén Steinberg, Lucio Salvatore, Juan Alberto Pesenti, José Steinberg y Diego Oliva.
El libro de Gaige no menciona la muerte de Miguel Ángel Gelly:
Su fallecimiento no pasó desapercibido para las revistas de la época. Por ejemplo, El Ajedrez Americano de julio de 1929 lo trata en la página 194:
De la revista "Mundo Argentino", febrero de 1941, páginas 10 y 18:
¡Formidable! Es la exclamación que repite Miguel Najdorf, el simultaneísta que deja un reguero de admiración por todo el país cuando habla del ajedrez y de las cosas argentinas.
Por Paulino Alles Monasterio
Está en Buenos Aires, después de realizar un viaje circular por la zona mediterránea de la República, y es el segundo que realiza, el maestro polaco de ajedrez Miguel Najdorf. En breve iniciará un tercero, con un itinerario más austral. El reguero de admiración que han dejado sus pasos nos mueve a verlo.
Es el propagandista número uno del ajedrez. Se ha transformado en el amigo -y no en el contrario- número uno de miles de aficionados, que, sin sospechar que pudiera existir un ingenio de semejante prodigalidad, aguardaron durante años su venida, disimulando el tedio de la partida acostumbrada, con la misma apertura y el mismo contendor. Porque en cuanto llega Najdorf a un lugar vibran los tableros, de modo que todo es novedad, gusto y deleite, aunque no se juegue, pues causa admiración y placer verlo jugar.
Por saber algo más de lo que cuentan ecos [?] sensacionales, le hemos pedido una entrevista. Pero en vez de esperarnos en su casa, nos encuentra en una calle cercana. Vamos a un café a hablar, mesa de por medio. Éste es Miguel Najdorf, no hay duda. Nos lleva a su casa de vuelta y nos enseña tres cuadernos descomunales llenos de recortes de diarios. En realidad, los vemos, pero no podemos leer nada, porque nos muestra enseguida el otro, y el otro. Y nos habla de infinidad de lugares que ha visitado jugando simultáneas.
MÁS JUGADORES QUE EN RUSIA
-¿Qué impresión tiene usted, maestro, de la afición en nuestro país?
-¡Formidable! Antes de iniciar la primera jira llevaba el convencimiento de que la popularidad que tiene el ajedrez en Rusia no aceptaba parangón en ninguna parte, pero al terminar el último viaje debí modificar mi juicio. Creo que, comparativamente, en ningún país hay tantos aficionados como en la Argentina, ni tanto entusiasmo. ¿Dónde puede imaginarse que en un pueblo de tres mil habitantes, más o menos, como Las Perdices, en Córdoba, haya, por ejemplo, donde dar una sesión de partidas simultáneas de cuarenta y siete tableros? ¡Formidable! Y no es la excepción. El caso se repite donde menos se piensa.
-¿Cuánto tiempo tarda en despacharse una serie de veinte a treinta contrarios?
-Depende de la fuerza general. En cierta ocasión gané en menos de dos horas a cuarenta jugadores. En cambio, veinte jugadores buenos me hicieron hilar fino durante más de cinco horas. Tengo la convicción de que dentro de dos o tres años el maestro que se arriesgue a hacer una jira de simultáneas por el interior, no podrá abrigar la pretensión de batir récords de puntaje ni de tiempo.
"En San Juan, por primera vez en mi vida, jugué simultáneas "en cascada" con Virgilio Fenoglio, que se ha radicado en aquella ciudad."
-¿Explíquenos eso de la "cascada"?
-Sí; una jugada la hacía Fenoglio y yo la siguiente, y así hasta finalizar todas las partidas.
-¿Y qué puntaje hicieron? Porque se me ocurre que su estilo no ensamblaría muy bien con el de Fenoglio.
-Ahí está la sorpresa. Nos entendimos perfectamente y ganamos todas las partidas.
-Ahora entendemos mejor lo de la "cascada"...
DE TODAS LAS EDADES
-¿Ha notado el mismo entusiasmo por el ajedrez entre el elemento femenino?
-Le diré que también en ese punto tendría mucho que contar. El contrario más joven que he tenido ha sido una niña de seis años.
-Y el decano de sus contrarios, ¿quién ha sido?
-¡Cómo podría olvidarlo! Fue el padre Iturraspe, de Chivilcoy, que, según me dijeron, tiene ochenta y cuatro años. Es un entusiasta a toda prueba; me llevó a su casa, me agasajó, jugamos partidas a la ciega, ¡qué hombre!
-¿Tiene usted algún método especial para recordar las jugadas cuando conduce varios tableros a la ciega? ¿Se representa la imagen completa con sus piezas y colores?
-Es más fácil decirle que comencé a jugar una vez de esa manera, y tal como lo hice entonces lo he venido repitiendo hasta la fecha. Claro está que existe de por medio una condición de la memoria. Después de una sesión a ciegas puedo repetir, tablero por tablero, el desarrollo de las partidas. Es una cuestión de aptitud y de hábito, sencillamente. Casi podría decirle que prefiero jugar diez partidas sin ver el tablero que veinte simultáneas. Y le aseguro que no exagero lo más mínimo. Nadie se imagina lo que es jugar en muchos tableros distintos, unos más chicos, otros más grandes, éste de un color, aquél de otro, el de más allá con piezas Staunton, aquél con piezas Régence, en fin, una variedad de torneados y tamaños, inevitable, es cierto, pero fatigadora. A veces nos acercamos a un tablero y estamos un rato saludando en silencio a cada una de las piezas: ¡Buenas noches, señora dama!, ¡buenas noches, señor rey!, ¡buenas noches, señor alfil! No sea que confundamos el tratamiento. Nuestro contrario debe creer, mientras tanto, que estamos analizando quién sabe qué oculta combinación.
EL RÉCORD SUDAMERICANO
"Cuando batí el récord sudamericano en Córdoba, el 1 de diciembre próximo pasado, jugando ciento cincuenta y cinco tableros, ¿a que no se imagina dónde tenía la mayor sensación de cansancio?
-En la cabeza, por supuesto.
-¡No, señor! ¡En las piernas! En una crónica se hizo un cálculo donde se demostraba que yo tenía que fijarme en el movimiento de 4.864 [152x32] piezas que podían moverse a 9.728 casillas [152x64], y como cada pieza llega a tener un promedio de tres jugadas, se saca en conclusión que debía prever alrededor de 14.592 [?] jugadas por cada vuelta al salón. El cálculo es interesante, pero a mí me hubiera gustado más que me dijeran qué distancia recorrí en las once horas que me pasé dando vueltas en aquel salón del Palace Hotel. Por eso le decía hace un rato que, pensándolo bien, más vale jugar todas las partidas a ciegas, bien sentado.
-Por Córdoba parece ser que se han quedado muy entusiasmados con su actuación, y hasta se ha llegado a decir que usted tenía intenciones de radicarse por allá. ¿Qué hay de cierto en esto último?
SE RADICARÍA EN EL PAÍS
-No sería difícil que lo hiciera. Depende de muchas cosas que trato de resolver, entre las que se encuentra, principalmente, la situación actual de mis parientes en Polonia. Teníamos en Varsovia una casa exportadora de frutos del país e importábamos mercaderías de otras partes. Puedo decirle que me considero mejor comerciante que ajedrecista; conozco todas las clases de ganado que se criaban en Polonia y en las regiones limítrofes. Jamás pensé que el ajedrez podía llegar a ser mi medio exclusivo de vida; siempre lo jugué como simple aficionado y porque me gustaba. Desde Polonia he exportado ganado en pie para Inglaterra, Grecia, Chipre, Malta.
-¿Cómo se pronuncia su nombre? Le hacemos la pregunta por una duda que tenemos.
-Se pronuncia: Náidorf. La j como una i latina.
-¿Y tiene traducción?
-La tiene; quiere decir: aldea nueva.
-No tenemos el equivalente exacto, pero dándole una pequeña licencia a la traducción, podríamos decir Barrionuevo o Villanueva, que son más comunes entre nosotros. Díganos algunos datos más sobre su vida.
SUS ÉXITOS MÁS NOTABLES
-Nací en Varsovia el 15 de abril de 1910. En 1928 le gané al doctor Tartakower un match. He sido ocho veces campeón de Varsovia. Llegué primero empatado en el Torneo Internacional de Budapest de 1934. Gané el Torneo Internacional de Rogaska-Slatina de 1936. Gané junto con Paul Keres el Torneo Internacional del Círculo de Ajedrez de Buenos Aires. Mi intervención en los certámenes siempre estuvo supeditada a las actividades que ya le dije.
-¿Su mejor partida?
-La llaman "La Inmortal Polonesa", y ha dado varias veces la vuelta al mundo. Ese nombre exige una orquestación superior de todas las piezas. Y la tiene, en realidad, por eso la llamaron así; no sé si es mi mejor partida, pero es una de las que más me gustan.
LA ADMIRACIÓN DE NAJDORF
-Cuando el maestro Julio César Cardalda lo sepa se la va a pedir inmediatamente.
-¿Quién es ese señor?
-Es un violoncelista enamorado del ajedrez y de la música, que dice que el tablero es una octava, con sus notas, intervalos, que el nueve es el número básico y otras cosas más. Para entenderlo bien hay que saber música, armonía, composición, contrapunto, fuga, instrumentación y qué sé yo cuantas otras cosas. Otro pianista, L. Simsilevich, ha dado una conferencia sobre un tema semejante y asegura que una buena partida da una buena armonización. Imagínese qué sinfonía debe salir de la "Inmortal" de Anderssen o de su "Inmortal Polonesa".
-¡Pero eso es formidable! ¡No lo había oído nunca!
-Y qué me diría usted, entonces, del ajedrez zodiacal, de Alejandro Xul Solar. No, si aquí tenemos unos cuantos aficionados que se han revisado los más recónditos meandros del ajedrez. Y espero encontrar al pintor ajedrecista capaz de llevar la "Siempreviva" a un cuadro. Al fin y al cabo todo es cuestión de resolver problemas de vibraciones, matemáticas y física puras.
Y aprovechando la admiración de Miguel Najdorf -pequeño desquite- nos hemos despedido de este hombre joven, amable, sencillo, de postura intrascendente, que tiene admirados a todos los ajedrecistas del país, y a muchos que no lo son, y no podemos menos que repetir como él:
-¡Formidable!
Una entrevista acortada de la que ésta es origen apareció, sin fuentes, en las páginas 110-113 del libro de Juan Sebastián Morgado Luces y sombras del ajedrez argentino (Buenos Aires, 2014).
Guillermo Bosch también nos remite este recorte, que describe el match entre los equipos juveniles del Club Rosarino y del Club Argentino, de Buenos Aires, desarrollado en la sede del primero el domingo 14 de octubre de 1951: